Hace años aprendimos de un amigo la «Teoría de los 12 pasos». Cuando te acercas a una enorme máquina de refrescos, con tu pequeña moneda, en busca de la recompensa en un día de calor, siempre tienes prisa por abrir la bebida fresca de inmediato… ¡NO! no lo hagas, espera para abrirla hasta haberte alejado, al menos, 12 pasos de la máquina, o al abrir la lata podría salpicarte. En las empresas ocurre parecido. Nos acercamos con curiosidad y entusiasmo a los nuevos proyectos (máquina de refrescos) con nuestra pequeña aportación (moneda) destinada a lograr un objetivo final. Cuando el proceso o proyecto culminan, siempre recibimos una recompensa (lata), que puede materializarse en la mera la satisfacción personal o en un beneficio económico o material. Nos gusta disfrutar de ese premio de inmediato, pero a veces, es mejor alejarse un poco, echar un último vistazo al conjunto del proyecto terminado (hacer autocrítica) y entonces, y sólo entonces saborear el éxito en su plenitud. De ésta manera, evitaremos que el éxito y a satisfacción inmediatas nos «exploten» en la cara, sacándonos los colores, podremos controlar mucho mejor la calidad del producto acabado, y finalmente apreciaremos cual gourmet el refrescante y dulce sabor del éxito.